La agroecología es una forma ecológica de cultivo de los alimentos a través de formas de acción colectiva que revaloriza los productos y métodos locales, fomentando la diversidad ecológica y cultural.
El concepto nace durante los años 80 en América Latina de la mano de movimientos sociales que tienen como objetivo común promover alternativas al sistema agroindustrial hegemónico y conseguir un cambio político a favor de la justicia social.
No se trata, por tanto, de una agricultura que única y exclusivamente elimina los pesticidas o fertilizantes tóxicos, si no que es una agricultura socialmente justa, económicamente viable, respetuosa con las culturas, participativa y ambientalmente sostenible.
Esto se consigue utilizando los conocimientos campesinos tradicionales y combinándolos con investigación multidisciplinar, organizándose de forma participativa, tanto en la producción y distribución, como en la toma de decisiones y producción de conocimiento, tratando la producción como parte equilibrada en el ecosistema: evitando contaminantes y transgénicos, ahorrando agua y energía, adaptando las técnicas a cada territorio y fomentando la biodiversidad, promocionando las redes locales de producción, distribución y consumo así como a través de la priorización de la mano de obra frente a tecnologías.
La agroecología es necesaria ya que la agricultura forma parte de un sistema cultural que no podemos ignorar. El sistema agroindustrial produce injusticias sociales, niega el derecho de los pueblos a decidir sobre sus propios alimentos y dificulta la autonomía alimentaria local. Los agrotóxicos generan enfermedades en las personas. Un sistema agrícola no adaptado a su territorio produce desequilibrios en el medio natural que les rodea y empobrecimiento de los suelos que utiliza.
La agroecología, por el contrario, cuestiona el modelo neoliberal, capitalista y patriarcal. Propone una ruptura partiendo de lo local como único medio para lograr un cambio global, buscando la perpetuación y mejora de los agroecosistemas, y la soberanía alimentaria como ejes transversales en los movimientos sociales, evitando así la concentración de poder.